El frío puede afectar tu ánimo: qué es el Trastorno Afectivo Estacional (TAE)

Aunque el invierno aún no comenzó oficialmente, las bajas temperaturas ya se sienten con fuerza en gran parte del país. Pero el frío no solo cala en los huesos: también puede afectar el ánimo, la motivación y las relaciones sociales. Especialistas advierten que estos síntomas podrían estar vinculados al Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una forma de depresión relacionada con los cambios de estación, especialmente durante el otoño y el invierno.

El TAE es un cuadro reconocido por la medicina y la psicología, con síntomas que incluyen cansancio persistente, dificultad para levantarse por las mañanas, antojos de carbohidratos, aumento de peso y retraimiento social. En algunos casos, puede evolucionar hacia estados depresivos más profundos, con ansiedad, apatía y aislamiento.

Una reacción biológica que aún nos habita

Según el psicólogo clínico Michael Terman, presidente del Centro de Terapéutica Ambiental, esta condición está directamente relacionada con la reducción de la luz solar y sus efectos sobre la producción de serotonina, el neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo. “Estar encerrado durante largos periodos con poca luz crea una especie de invierno perpetuo emocional”, señala.

La explicación también puede rastrearse en nuestra biología ancestral: en épocas de escasez y bajas temperaturas, el cuerpo conservaba energía reduciendo la actividad. Hoy, ese mecanismo adaptativo puede manifestarse como desgano o tristeza invernal.

Cambios más allá del ánimo

Estudios recientes muestran que el invierno modifica múltiples comportamientos y respuestas físicas:

• Aumenta el apetito, especialmente por alimentos calóricos.
• Disminuye la actividad física y crece el sedentarismo.
• Mejora la concentración en algunas personas.
• Se incrementa el deseo sexual y las tasas de concepción.
• Se observa mayor generosidad en interacciones cotidianas.

Qué hacer ante el malestar invernal

Si los síntomas afectan tu vida cotidiana durante varias semanas, es importante consultar con un profesional. Entre las estrategias recomendadas figuran:

• Terapia con luz: simula la exposición solar.
• Ejercicio físico regular.
• Alimentación balanceada.
• Rutinas de descanso constantes.